"El flamenco es un gusanillo que te va picando y que siempre te pide más"

Víctor Fernández triunfa fuera de nuestro país como bailarín y profesor de flamenco

Pepe Vaquero  |  27 de marzo de 2017

Estudió en el colegio Ave María y desde pequeño la danza y el baile flamenco fueron su pasión. Niño ordenado y maduro, el alboloteño, Víctor Fernández, se ha consagrado como un gran profesional del flamenco. A sus 30 años, es conocido en medio mundo gracias a sus actuaciones como bailarín y sus clases de flamenco. “El flamenco es un gusanillo que te va picando y que siempre te pide más” dice.

-¿Cómo llegó a su vida el flamenco?
-Pues, recuerdo que desde pequeño siempre me gustó la música y el baile. Mi madre siempre está cantando copla por casa y creo que ella tiene algo de culpa, a mis abuelos también les gustaba mucho. Comencé muy pequeño, eran mas grandes las botas que yo. A los 5 años empecé a bailar en una academia que había en Albolote, “La Asun” Asunción González, mi primera maestra, y así fue como empecé a tener contacto con el flamenco.
-El flamenco es un arte que nace de dentro, pero además, requiere formación y experiencia. ¿Dónde se ha formado para convertir esa pasión en una profesión?
-A los 7 años ingresé en el Conservatorio Profesional de Danza de Granada. Allí comencé mi formación profesional, desde bien pequeño. Una amplia formación en danza española, incluyendo danza clásica como base. Allí cursé, grado elemental y grado medio, el cuál terminé con 17 años. Después cambié mi residencia a Madrid, donde seguí formándome, y terminé el Grado Superior de danza, en la especialidad de Pedagogía del Flamenco, en el Conservatorio Superior de Danza María de Ávila. Una larga carrera de fondo de 14 años de formación.
-Creo que más tarde hubo contacto con grandes figuras del arte flamenco... 
-Sí. Paralelamente recibí clases y cursillos con diferentes profesores y grandes figuras del flamenco y de la danza española, como Rafaela Carrasco, Isabel Bayón, Farruquito, Javier Latorre, Juanjo Linares, Lola Greco, Eva “Yerbabuena”, por nombrar algunos. Aparte del flamenco, he intentado ampliar conocimientos y añadir nuevas fuentes a mi baile, como la danza contemporánea, o actualmente recibiendo clases de TAP.  Un bailarín, nunca deja de formarse, de entrenar su cuerpo, de investigarse y estudiarse, de aprender cosas nuevas y poner su cuerpo al límite para a partir de ahí descubrir nuevas fórmulas, nuevos lenguajes y nuevos códigos donde poder seguir investigando y creando. 
-¿Cómo recuerda sus primeros pasos en el flamenco en Albolote y cómo decidió que  quería dedicarse al mundo del espectáculo?
-Lo recuerdo con mucho cariño y orgullo. Las primeras tablas las pisé en Albolote, en la plaza del Ayuntamiento, en las fiestas del pueblo. Me acuerdo perfectamente de esa imagen. Bailando sevillanas, garrotín con mi sombrero cordobés y martinete con un callao que me llegaba casi por el hombro. Las vivía con la emoción y la inocencia de un niño, sabiendo que lo que me pasaba “ahí arriba” era algo que quería seguir experimentando para el resto de mi vida. Hoy en día, 24 años después, lo sigo viviendo con la misma intensidad y respeto, solo que con menos inocencia y bastante más madurez.
-¿Con qué actividad profesional disfruta más, bailando o como profesor de flamenco?
-No podría elegir ninguna de las dos. Cada una son muy diferentes e indispensables para mí en este momento de mi vida. El escenario me recarga de energía y de experiencias que luego entrego en mis clases y a mis alumnos. Por lo que ahora mismo no concibo una parte sin la otra. El escenario te ofrece cosas que no puede hacer la docencia y viceversa, y creo que para ser buen profesor, aparte de tener vocación, tienes que haber vivido lo que puede ofrecerte el escenario.
-Según he leído ha actuado en muchos países del mundo.
-Esta es una de los puntos positivos que te aporta esta profesión, que te permite viajar y visitar países que igual no te planteas visitar en cualquier otro contexto. Así que esta profesión me ha permitido viajar mucho por China, Taiwan, Japón, Alemania, Rusia y ahora Reino Unido. He bailado desde en los mejores teatros como “Semper Oper” de Dresden en Alemania o “Shangai Grand Theatre” en China, hasta en la calle, en la plaza de las Pasiegas en Granada, sin desmerecer ni mucho menos a esta última, con el precioso entorno de la catedral de fondo que ella ya por sí sola es arte. 
De cada teatro o de cada país en el que trabajo me llevo algo diferente o anecdótico. De Japón su entrega al flamenco y que no tienen ningún problema en quedarse dormidos durante el show; de China la inmensidad del tamaño de los escenarios y los teatros y el frío que hace en ellos en invierno; de Reino Unido el hábito cultural de ir al teatro, la gente consume arte y va al teatro, algo maravilloso, y que se puede beber y comer en el patio de butacas. De España me quedaría con la gente, con el público y su efusividad. Son experiencias que no las cambio por nada en el mundo. 
-En este momento delicado, ¿cómo se encuentra el flamenco en nuestro país?
-España pasa por un momento muy difícil. Se recorta en Sanidad, pues imagínate en Cultura. La danza y el arte en general pasa por un mal momento. Hay pocas ayudas económicas y las condiciones laborales están bajando. 
Todo está volviendo al formato reducido, formato tablao, compañías de muy pocos intérpretes. A pesar de esto creo que el flamenco se está viendo un poco menos afectado que otros estilos de danza aquí en España. Creo que hay que crear hábito de ir al teatro desde pequeños, desde el colegio, desde las familias. 
-Ahora se encuentra trabajando en Londres. ¿Qué tal su trabajo allí?
-Sí. Vivo en Londres, temporalmente, ampliando conocimiento y abriendo nuevos caminos. Tengo funciones aquí en Londres y a la par imparto clases y workshops, los cuales voy compaginando con funciones en Madrid de la ultima pieza que he creado junto con Denis Santacana, bailarín de danza contemporánea, que también estamos moviendo por Londres. Por otro lado, seguir creando otra nueva pieza, junto con Denis Santacana, en la que seguimos trabajando en la fusión y la creación de un lenguaje entre flamenco y la danza contemporánea que estrenaremos en octubre de 2017 en el País Vasco. 
 

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